Fuente: El Diario (Ecuador) | Domingo 1 de julio de 2018
Lilian de Ayala recuerda las ocasiones en que la radio salvó vidas o permitió llegar a sitios donde no había comunicación.
Y no se refiere a los medios de comunicación radiales sino al sistema de comunicación por radio, el que se realiza por “walkie talkie”, con bases que funcionan con baterías, que reúne a radioaficionados de todo el mundo alrededor de una actividad, un hobbie que ha salvado vidas y ha sido puente de esperanza en muchas ocasiones.
Vivencias. La presidenta desde hace 38 años del Manabí Radio Club, cuyo apellido de soltera es Viteri, recuerda el accidente que en 1975 un grupo de estudiantes de la Universidad Técnica de Manabí sufrió en Copiapó, Chile, en tiempos en los que ni siquiera se soñaba con celulares o redes sociales.
“Estaba hablando con un amigo de Panamá cuando escuché una voz muy baja, que decía: atención Ecuador. Cambié inmediatamente de frecuencia y me conecté; me preguntaron si en mi ciudad había una universidad y cuando les confirmé que estaba la UTM me informaron del accidente y me pidieron que copiara la lista de muertos y heridos”, recuerda.
Hubo 5 muertos y 5 heridos. No sabía qué hacer y llamó a don Pedro Zambrano Izaguirre (+), director de Diario Manabita, quien avisó a una de las familias. Después empezaron a llegar las personas a su domicilio, en la Sucre y García Moreno, para informarse. “Fueron 8 días en permanente contacto, coordinando con los radioaficionados la ayuda, el traslado de los cadáveres que vinieron en un avión de la Fuerza Aérea”, cuenta.
Ayuda. Otro caso fue el de Galo Molina (+), que fue herido y necesitaba un medicamento que había en Colombia. “Me comuniqué con un radioaficionado de Pasto, que resultó ser médico y pidió a Bogotá que le enviaran la medicina. Los familiares de Molina la mandaron a ver a Pasto”.
Dice que dos años después, cuando bajaba de su carro se le acercó un desconocido y le dijo: Soy Galo Molina, quería agradecerle que me haya salvado la vida.
“Fue un momento muy lindo”, indica.
Radioaficionados. Lilian de Ayala dice que este tipo de comunicación no va a morir porque a pesar de los celulares, el internet y las redes sociales, la radioafición tiene una ventaja: funciona aún en siniestros porque si se va la luz, como pasó en el terremoto, el sistema funciona con batería.
Dice que en el 16A puso a prueba este sistema de comunicación y que, contrario a lo que podría creerse, hay muchos jóvenes que han pedido ser miembros.
Los radioaficionados del país están reunidos hasta hoy en Rocafuerte para recordar, precisamente, estas vivencias vividas en código Q.
QRL (ocupado), QTH (lugar dónde está), QRA (nombre), QTR (hora), QTC (está bien), QRZ (quién llama) se volvieron a escuchar en quienes, a pesar de los avances tecnológicos, se comunican con el mundo por una radio.